Entre NY, Barcelona y Madrid hay toda una masa de océano que nos separa. Pero si esa masa la consideramos en vez de cómo una barrera como un flujo conector podemos transformar la ausencia en una serie de encuentros. Utilizando la ciudad de NY como metáfora, a las personas involucradas en esta semana de mi vida como agentes creadores y a los eventos sucedidos como las piezas, nace el Museo Rizomático Neoyorkino. Un museo que es una ciudad entendida como un contexto de producción de significado personal, un lugar que facilita experiencias a través de las cuales se generen conexiones con la vida y que acoge sistemas de participación introduciendo lo personal como una alternativa a lo hegemónico. |
El Museo Rizomático Neoyorkino (MRN) es una experiencia que empieza en el año 2010 cuando vine Nueva York para impartir en el New School for Social Research la charla Visual terrorism: narratin fears of body, class and cultural difference y que no documenté en este blog por que sencillamente no existía. Esa semana la compartí con Elizabeth Ellsworth, autora del libro Teaching Positons (traducido de forma realmente impecable por Laura Trafí-Prats, profesora de Educación Artística en la Universidad de Milwaukee) y con Dipti Desai, especialista de nuestra área de estudio en la NYUy quien nos llevó a Clara Megías y a mí a diferentes lugares de la ciudad y nos presentó iniciativas como www.rethinkingschools.org.
Han pasado tres años y en esta visita resulta que en NY se encuentran trabajando varias de las profesionales que investigan alrededor de la educación artística en museos y con las que la red de afectos más que profunda. La primera de ellas es Andrea de Pascual, que se encuentra cursando el Master En Educación Artística de la NYU y cuyo proyecto de investigación doctoral se centra en el desafío que tienen en estos momentos los museos de artes visuales para resituar al público al mismo nivel de producción intelectual que los artistas. Todo su trabajo se puede encapsular dentro de lo que ella misma define como el museo rizomático y que se basa en la idea deleuziana de la producción no jerárquica del conocimiento. Sara Torres es la segunda investigadora (con la que tengo el placer de compartir mi trabajo en la UCM) y cuyo interés se centra en el archivo como sistema de visualización de los departamentos de educación en los museos de artes visuales. Y la tercera es Magali Kivatinezt quien en estos momentos es Latino Cultural Program Consultant en el Brooklyn Museum of Art y quien investiga entorno a los programas que los museos están diseñando específicamente para esta comunidad en EEUU. Estando ya presentadas las agentes productoras de conocimiento y el contexto de producción, falta por explicar las piezas del MRN que han sido tres encuentros: una charla, una cena y varias visitas a museos.
La charla ha tenido lugar en la NYU con el nombre We are teachers. We are artista. Rethinking education as a cultural production que llevé a cabo con la colaboración de Andrea y Sara. Ha constituido un evento en el que hemos querido visualizar una vez más los problemas de las jerarquías en el mundo de la educación artística en el que las expectativas entre ser profesor o artista entran en conflicto situándose claramente una por encima de la otra. Este es un problema especialmente grave en las facultades de Bellas Artes donde la opción de ser profesor se entiende como una necesidad en vez de cómo un deseo de manera que se atribuyen a la función profesoral cantidad de valores peyorativos con respecto a los de los artistas, atribuciones que necesitamos desestabilizar. Reivindicando la figura profesoral dentro del concepto de intelectual transformativo, agente con una potencia transformadora más directa que la de otros productores, el seminario comenzó con la rotura de formatos mediante el perfomance en la que las asistentes tuvieron que elegir entre ser artistas y ser educadoras ante la atenta mirada de un falso Picasso. La charla se prolongó con la cena que ofreció la NYU en la que estuvimos hablando de las enormes diferencias del sistema educativo estadounidense y el español y la obsesión del primero por la medición estandarizada.
El sábado 13 tuvo lugar la Regenerative Dinner, el encuentro en la que por fin se conocieron autora y traductora, Elizabeth y Laura, y a la que asistimos el resto de agentes del Museo Rizomático Neoyorkino. Fue un evento cargado de conocimiento descentralizado por que ya sabemos que en la reunión se generan mas sinergias que en las clases. Las conversaciones fluyeron desde los feminismos hasta los toros, pasando sobre todo por la rEDUvolution y como todas las asistentes estamos realmente preocupadas en acometer en cambio de paradigma ya sea desde la universidad, desde los museos o desde las propias prácticas artísticas (Elizabeth y Jamie Kruse han constituido el colectivo Smug Studio desde donde producen obras y publicaciones como la que se puede descargar desde http://punctumbooks.com/titles/making-the-geologic-now/) Entendiendo las cenas como piezas de museo de nuevo lo personal se hace político mediante conversaciones en las que las fronteras se difuminan.
Y para terminar, los encuentros con otros artistas se establecieron a través de sus obras y mi biografía en el MOMA, el Brooklyn Museum, y el PS1. La primera pieza que me inspiró fue la acción de Tilda Swinton The Maybe mediante la que pasa ocho horas al día metida en una vitrina en un lugar y un día inesperado. ¿Que pedagogía se esconde detrás de una mujer viva en una vitrina? ¿Qué realidades puedo conectar desde mi biografía con esta acción que resitúa lo real al mismo nivel que lo hiperreal, el cuerpo imperfecto de la artista con el cuerpo imperfecto del público que hay fuera? La pieza de Duglas Gordon Play Dead Real Time nos invitó a participar y formar parte de la obra cuando nuestras sombras se colaron y le hicieron cosquillas al elefante enlazando lo de dentro con lo de afuera y cuestionando la autoría.
Al día siguiente, nuestros pasos nos llevaron al Brooklyn Museum para conocer la obra del artista nigeriano Anatsui quien nos introdujo en las complejas relaciones entre los detritus occidentales (los nuestros) y el reciclaje en Nigeria mediante unas piezas altamente retóricas que nos invitaron a reflexionar entre las antístesis de las texturas de las chapas de botellas que relumbran como el oro.
Y la visita no puedo terminar mejor que viendo en directo una de mis piezas favoritas The Dinner Party de Judith Chicago que representa de forma tan personal como si la hubiese hecho yo la resignificación de las mujeres en la historia occidental. Para terminar, en el PS1 James Turrel hizo realidad con Meeting la posibilidad de contemplar el cielo desde una perspectiva estética en vez de meteorológica.
Enlazar, comer, reprogramar, ir al parque, meterse en una vitrina o recomendar constituyen los encuentros que han popiciado que mi relato y el de todas las personas con las que me he relacionado estos 10 días hayan colisionado. Encuentros porosos que van más allá del espacio y del tiempo y que generan museos pequeños, preciosos y efímeros:
los museos de mi biografía.