2012: slow education o la importancia que tiene darle tiempo al proceso



Un año no es más que parte de un proceso más largo que no es otro sino nuestro proyecto de vida. Una parte en la que muchas veces nos olvidamos de darle tiempo al proceso para que lleguemos a los resultados que nos proponemos o simplemente para que 


lleguemos contentos. La sociedad capitalista en la que vivimos nos obliga a olvidar este hecho (lo importante que es darle tiempo al proceso) y nos condena a dinámicas de ansiedad donde la inminencia se cotidianiza. Una de las metas que me he fijado para este año que empieza es el desarrollo de lo que podríamos llamar slow education: la conciencia de ralentizar los tiempos, los formatos y los sistemas de evaluación en favor de procesos de enseñanza y aprendizaje tranquilos.  Además de fomentarla desde las instituciones, la slow education es muy importante fomentarla en familia para experimentar juntos momentos ajenos a la  crispación y al enfado. Así que para cerrar el 2011 y empezar el 2012 hemos organizado un TIF (Talleres Inesperados en Familia) basado en la idea de lo slow, como las buenas paellas.


El taller comenzó el día anterior a su implementación, cuando salimos a dar un paseo y elegir una buena pita, esas plantas carnosas típicas de lugares desérticos. La pita debía de ser grande, estar exenta así como rodeada de un paisaje inspirador. Dedicamos bastante tiempo hasta que dimos con la planta que necesitábamos. Esa misma noche, contamos cuántas personas participarían en el taller y nos dedicamos a recortar diez trozos de papel para cada una de ellas. Tardamos mas de una hora en realizar esta actividad en la que acabamos por organizar una cadena. Cuando calculamos que las dos familias vecinas habían llegado, distribuimos los papeles en cada casa. 

Al día siguiente, después de desayunar tranquilamente, cada participante escribió en los diez trozos de papel un deseo para el 2012: quienes no sabían o no querían escribir hicieron dibujos; hubo quien tuvo deseos políticos y quien los tuvo gastronómicos; hubo quien los tuvo filosóficos y quien los tuvo prácticos. En cualquier caso, todos nos tomamos nuestro tiempo, porque desear es algo muy importante. Tras escribir los deseos, cada uno de nosotros eligió un recipiente adecuado para por fin salir ir en peregrinación hasta la pita elegida y colgar los 111 deseos mientras los leíamos.

Resultó el taller mas largo y relajante que jamás habíamos hecho: comprobamos cómo, haciendo las cosas despacio, la conversación fluía, la creatividad se multiplicaba y el aprendizaje ocurría al tiempo que íbamos aprendiendo que los proyectos artísticos necesitan planificación, que las cosas cuando salen bien es porque llevan mucho trabajo debajo. Hacer las cosas despacio resulta una actividad política y enseñarles a nuestros hijos (o a nuestros padres o a nuestros alumnos) que hay que hacer las cosas despacio, convierte nuestra práctica en una actividad rEDUvolucionaria. 


Bienvenidos a un 2012…..SLOW

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