Castigados sin fiesta o el papel de la educación del siglo XXI en el terreno de la no-discriminación sexual
Hay veces que en los libros encontramos frases que parecen escritas por una misma, así que mientras disfrutaba Americanah, (la primera novela que leo de la escritora nigeriana Chimamanda Adiche), pedí de manera urgente un bolígrafo para subrayar el siguiente párrafo:
“A los estadounidenses debían de enseñarlos, desde primaria, a decir siempre algo en clase, lo que fuese. Así que ella permanecía muda, rodeada de estudiantes instalados relajadamente en sus sillas, todos rebosantes de saber, no sobre la materia, sino sobre cómo estar en clase” (p.307)
Saber estar en clase. Saber cuándo hablar y cuándo callar. Saber cuándo es el mejor momento (dentro de que todos son malos) para pedir permiso e ir al baño. Saber desconectar. Saber conectar para enterarse de la fecha del examen. Saber con quién te puedes meter y con quién no. Saber si debes hacerle un poco más la pelota a la profesora. Saber a quién tienes que invitar o no a tu fiesta de cumpleaños.
Uno de los saberes que más rápidamente aprendemos en la escuela, en la universidad, en los cursos de lengua extranjera, es el saber procedimental de a quién debemos discriminar y a quién no, a quién debemos meter en nuestro círculo y a quién no, a quién debemos pedir el teléfono y a quién no. Y estos pequeños gestos invisibles, a pesar de ser un tema tabú que jamás se hacen explícitos, se convierten en el verdadero Saber con mayúsculas, un cuerpo de conocimientos que no tiene nada que ver con el currículum, con la materia, sino que tienen que ver sobre cómo estar, sobre cómo vestir, sobre de quién nos debemos hacer amigos y a quién debemos ignorar.
Nadie nos examina sobre estos contenidos, no figuran en el libro, ni en las leyes, ni en la programación, y precisamente porque no son parte del simulacro que no cesamos en denunciar, son saberes que aprendemos a fuego: el marica, la marimacho, los que no encajan comienzan a ser vistos como raros, diferentes, extraños y poco a poco, (y quizás hoy sin insultos pero con la misma radicalidad), quienes no encajan en la norma dejan de ser invitados a las fiestas de cumpleaños.
Porque estos saberes están absolutamente impregnados del velo de la heteronormatividad, de la norma que impone las relaciones heterosexuales como las únicas posibles y, un poco más allá, nos hace entender el universo como un lugar binario donde solo existe la posibilidad de ser mujer u hombre, sin gamas de grises ni identidades mezcladas, ni donde se contempla una idea mucho más subversiva: que los roles de género no sean sino estén, es decir, no se configuren desde el inicio y para siempre sino que roten, cambien, se alteren de manera que en un momento nos sintamos más cerca de un género y, cinco minuto más tarde, nos sintamos de otro.
Las consecuencias de que la escuela y la universidad contribuyan a representar la heterosexualidad como única opción sexual no son baladíes, muy al contrario, son consecuencias en muchos casos dramáticas tanto física como psíquicamente y creo que no hace falta ahondar en el tema de bullying homofóbico que cada curso escolar nos conduce a varios suicidios públicos y seguro que a muchos más privados. Y esta es la razón, por la que la tercera sesión de la Escuela de Educación Disruptiva 2015 “Salir del armario: pedagogías queer y otras formas de abordar la identidad sexual en el aula”, se construyó bajo la idea de que todas las personas tienen derecho a vivir la vida sin discriminación y que debemos de abordar cualquier tema desde la complejidad.
Para trabajar estos temas contamos con tres personas que no atienden a etiquetas tal y como se demostró en su presentación, ya que Remedios Zafra optó por no definirse de una sola manera y aceptar que no ha sido siempre la misma, Lucas Platero aceptó no ser conformista, ni ser una persona trans como dicta el DSM5, mientras que nuestra tercera invitada, Patricia Rainjenstein no le gusta ir a lugares comunes cuando construye una relación, además de no ser Picasso, ni Frida Khalo….
Remedios Zafra nos deslumbró con su trabajo sobre qué es el feminismo en el siglo XXI, los movimientos Queer y Ciberfeministas, así como la potencia de los activismos de Género en la educación y en la tecnología. Lucas Platero nos hizo un favor increíble al aterrizar todos los conceptos expuestos por Remedios en el aula, ejemplificando cómo es posible abordar temas aparentemente complicados en la cotidianidad de la educación primaria, la secundaria o la universidad, con un contagioso sentido del humor utilizado de manera política para salir del victimismo y la tristeza, desplazando el miedo hacia la curiosidad. Lucas interpeló el concepto “normal” y nos propuso un término nuevo: interseccionalidad, la creencia de que las discriminaciones están entrelazadas y no se pueden resolver por separado.
Y finalmente Patricia Raijenstein encardinó todos estos conceptos en nuestros cuerpos mediante el taller “Rosa, azul o blanco” en el que las cárceles del amor romántico se abrieron mediante opciones de relaciones contemporáneas como el poliamor o la anarquía relacional.
Hay temas en que es más importante des-aprender que aprender, des-aprender a insultar, des-aprender a reírnos, des-aprender a darnos codazos. Des-aprender lo que nos dicen las películas, las novelas y hasta los libros de texto para abrazar los lujos de la diversidad, de los cuerpos y las mentes complejas que nos llevan a construir identidades heterogéneas en todos los casos, inclasificables por definición. En la educación por la que luchamos, en una educación que aborde las complejidades del siglo XXI y que se entienda como verdaderamente democrática, no podemos seguir discriminando veladamente: la comunidad educativa tiene un papel urgente que abordar para que todos seamos invitados a todas las fiestas.
Vídeos de las conferencias, materiales de las sesiones (incluye power points), fotos y Storify de la sesión aquí http://eed.fundaciontelefonica.com/sesion-3-eed2015/