2012 Pedagogías invisibles o por qué razón el pensamiento crítico es tan necesario como lavarse los dientes
El pasado viernes tuvo lugar en MataderoMadrid la presentación del libro Pedagogías invisibles: el espacio del aula como discurso que el colectivo Pedagogías Invisibles hemos realizado para visibilizar las teorías que acompañan a nuestras prácticas. El libro se divide en tres grandes apartados: en el primero nos explicamos como grupo de investigación preocupado por la creación de otra educación artística, revisamos quiénes somos y cómo, desde la confluencia del curso de doctorado Didáctica de la sospecha(2008) hemos sentido la necesidad de trabajar al margen de las instituciones creando redes colaborativas para generar nuestras tesis/investigaciones que entendemos como un rizoma común inacabado en vez de propuestas individuales completas.
En el segundo bloque Edgardo Donoso y yo abordamos la parte teórica del tema: desde la semiótica general nos movemos hasta la semiótica visual y de allí giramos hasta la pedagogía para entenderla como un acto semiótico donde lo invisible cobra mucha más importancia que lo visible. Las pedagogías invisibles, como podréis leer a lo largo del libro, resultan de un híbrido entre semiótica y pedagogía de manera que podemos decir que es un término que nace dentro del seno de la Educación Artística pero que se debe desplegar hacia cualquier proceso relacionado con la educación. Nuestro libro trata de procesos semióticos que deberían instaurarse en la cotidianidad y en cualquier campo de estudio por que cuando analizamos una película o la indumentaria de alguien, estamos realizando un análisis semiótico. Lo que queremos poner encima de la mesa y lo que nos preocupa como colectivo es que estos procesos de análisis semiótico no se lleven a acabo en lo pedagógico, que estén más o menos consensuados en las artes, en la publicidad o en los estudios fílmicos pero que, en cambio, en los contextos educativos, (ya sean formales o informales, ya sean en la escuela o en nuestra propia casa) no esté entendido como hábito el proceso de reflexionar y analizar sobre los usos del lenguaje y, de forma específica, del lenguaje visual. Tras este cruce y varias ideas intermedias, nos atrevemos a definir las pedagogías invisibles como: “El conjunto infinito e incontrolable de microdiscursos que suceden y/o que no suceden a la vez en un acto pedagógico, que acontecen en un segundo plano (latente e inconsciente) dirigidos hacia un destinatario ideal y que transforman el cuerpo y la mente de los participantes del acto pedagógico en cuestión”. Conceptos como direccionalidad, currículum opaco o lapsus educativo sazonan un texto en el que hemos huido de lo críptico.
La última sección (coordinada por Clara Megías) aborda el método a partir del cual todo aquel que desarrolle un acto pedagógico puede trabajar las pedagogías invisibles y expone 13 casos de estudio donde los diferentes miembros de Pedagogías Invisibles exponen sus trabajos Julia Rico, investigadora especializada en arquitectura escolar y profesora de la ESO, analiza aspectos relacionados con la arquitectura de los institutos públicos españoles y sus similitudes con otro tipo de centros públicos: las instituciones penitenciarias. En segundo lugar, Rosa Alonso y Emma Manso, ambas docentes de la ESO e investigadoras especializadas en la retórica como formato pedagógico la primera y en la incorporación de la cultura visual como contenido y sistema de producción la segunda, nos hablarán de las pedagogías invisibles de las normas que regulan el comportamiento en los centros y los miedos que impiden al profesorado cuestionarlas o romperlas. El tercer estudio de caso se sitúa en un centro concertado en el que Diana Montoya y Carol Muñoz, investigadoras sobre la formación tecnológica de docentes la primera y sobre las relaciones entre el centro comercial y los museos la segunda, señalan la pomposidad del Salón de Actos y la necesidad de un espacio multidisciplinar que lo sustituya. En cuarto lugar, Noemí López, profesora de secundaria e investigadora entre las interacciones entre el lenguaje visual y el musical, nos lleva al Aula de Música de un instituto público donde reflexionaremos sobre por qué los alumnos odian tocar la flauta dulce y, en último lugar, Lucía Sánchez, investigadora especializada en innovación evaluativa y profesora de la ESO, realiza una revisión de la evaluación y el sistema de calificación actual, convirtiéndolo en una auténtica subasta de notas.
De la ESO nos pasamos a un campo educativo emergente: la educación en museos de artes visuales donde David Lanau (educador de museos e investigador centrado en la problemática de las visitas guiadas) analiza las pedagogías invisibles la metodología citada, y su violencia oculta bajo un halo de hospitalidad y amabilidad, mientras que Eva Morales (educadora de museos e investigadora sobre metodologías para adolescentes en museos de artes visuales) nos descubre cómo las audio-guías transforman a través de nuestro cuerpo la experiencia de visitar el museo. Por último, Andrea de Pascual (también educadora de museos y especialista en el conflicto como herramienta de participación) desvela las contradicciones de los talleres de familia, en los que no sólo no se fomenta la intervención de todos los asistentes, sino que tampoco se adaptan a la realidad de la familia de la sociedad actual.
Los museos enlazan con los contextos comunitariosdonde contemplamos un hospital como lugar para el aprendizaje a través del proyecto de Marta García (educadora en contextos de salud e investigadora sobre las relaciones entre el arte contemporáneo y dichos espacios) en el que una biblioteca hospitalaria se convierte en un espacio para el encuentro y el intercambio de experiencias. Amanda Robledo (educadora especializada en artistas con capacidades diferentes e investigadora sobre estrategias creativas para dicho colectivo) denuncia la marginalidad de los servicios para personas con discapacidad intelectual o del desarrolloproponiendo una alternativa de participación real. Y por último, Ana Cebrián (educadora de museos e investigadora sobre estrategias de participación de colectivos aislados) subraya la falta de recursos culturales adaptados a la realidad de la población inmigrante del madrileño barrio de Lavapiés.
Los dos últimos casos de estudio nos trasladan a la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid con dos casos relacionados con el Departamento de Didáctica de la Expresión Plástica. El primero de ellos, narrado por Alberto Marrodán, investigador especializado en las relaciones entre las redes sociales y el aprendizaje en la educación superior, describe un proyecto desarrollado en la asignatura Bases Didácticas para la Educación Artística denominado “Esto no es una clase” en el que un equipo de docentes trataron de buscar nuevas metodologías al margen de los academicismos imperantes. En el segundo caso, Noelia Antúnez y Noemí Ávila (ambas profesoras ayudantes del departamento citado e investigadoras sobre arte y salud y estrategias metodológicas alternativas en los museos de artes visuales respectivamente) nos cuentan la historia del Mupai (Museo Pedagógico de Arte Infantil), un museo universitario que ha pasado de ser un espacio expositivo al uso a un laboratorio de experimentación en Educación Artística.
Volviendo a la presentación en Matadero, el dispositivo que creamos visibilizó a los asistentes en productores culturales: en primer lugar les invitamos a hacerse una foto en una representación tridimensional de nuestra silla regenerativa; en segundo lugar les animamos a dibujar una silla, su silla particular, para crear un archivo entre todos, y en el último paso, les animamos a compartir sidra y empanada en nuestra voluntad de convertir los actos pedagógicos en reuniones. Entremedias del mural y la merienda, contamos con las personas que han hecho posible nuestro trabajo durante estos primeros cuatro años de andadura: Pepe de la Peña, quien desde Fundación Telefónica ha apoyado nuestras labores de investigación, Antonella Brogliaquien desde la organización de TEDx y Pública 12 ha colaborado con la difusión de nuestro trabajo y Manuela Villa que, como coordinadora de contenidos de Matadero nos ha dado la oportunidad de desarrollar nuestro trabajo de producción en diferentes formatos.
Pepe puso como ejemplo una de las frases que mas le gustan (de entre todas las que ha encontrado twitteando por la noche) y que expresa la voluntad del director de Honda por rodearse de gente que no entiende ya que eso le permitirá superar los límites de su inteligencia. Citando este ejemplo, demostró la confianza puesta en nosotros y nuestras metodologías, quizá no muy comprensibles como todos los inicios de los procesos de innovación. Manuela enfatizó en uno de nuestras metas: la de posicionar la pedagogía al mismo nivel que otras prácticas culturales como el comisariado entendiendo el trabajo de Pedagogías Invisibles en Matadero como una práctica cultural más en vez de una práctica cultural al servicio de. Por último Antonella explicó como entendía el libro: como un lugar desde el que fortalecer el pensamiento crítico que debe de ser ejercitado de forma de cotidiana, como un hábito que debemos de desarrollar todos los días. Según Antonella, el problema de las pedagogías invisibles no es que sean buenas o malas es que son INVISIBLES y por eso es tan importante desarrollar procesos de enseñanza aprendizaje para su visualización.
DETECTA ANALIZA TRANSFORMA
DESHAZ LO INVISIBLE
“Agitadores de conciencias”, cuánta falta hacéis en estos tiempos. Muchos ánimos y a seguir trabajando, a seguir investigando en vuestros proxectos realmente innovadores y productivos para los ámbitos educativo y artístico. Saludos, Juan Valiño.